De las flores de papel sólo quedaba una pegajosa masa deforme adherida al suelo. La fuerte tormenta había cesado y unas gotas de agua caían desordenadamente del pelo de un chico postrado en el suelo que observaba con ojos inquisidores a las tres figuras que le rodeaban.
Sentía como si se hubiera despertado de un largo sueño y no recordaba casi nada de lo que había hecho antes de ello. Imágenes distorsionadas acudían a su mente poco a poco y las emociones se agolpaban en su interior: dolor, rabia, rencor, tristeza, infelicidad... Aunque lo intentaba, era incapaz de rememorar algo agradable que le hiciera sentirse bien. Un manto de odio recubría su corazón y sentimientos negativos se iban acumulando dentro de él llenando su ser de malas vibraciones.